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2 de octubre de 2011

Gears of War: Tan malo que es bueno.


Muchos somos jugadores buscadores de intriga y descubrimientos (antisociales); constantemente sumergidos en algún Zelda, Silent Hill, u otro de esos títulos que roban 40 horas de tu vida explorando cada esquina, encontrando llaves, mapas y en general, olvidando por completo el contacto con toda esa gente en cuyas vidas no virtuales pretendes estar interesado.
Cuando se presentó ante mí por primera vez ese juego gris y “genérico” al que los tipos cool llamaban Gears of War, mi primera reacción, si le conce
dí 7 segundos para reconocer su existencia, fué “pfft, otro shooter sobre matar aliens y derramar sangre” (creo que mas bien son como 4 segundos). Lo ví como algo juvenil y vulgar, ¿que es ésto, volvimos a la secundaria? “¡wooah, mira toda esa sangre!”, seguramente la edición especial vendría con la revista sucia que encontrabas bajo la cama de tu tío chisqueado.
Pasaron las semanas y por una serie de eventos curiosos me encontré jugando en casa un match online de Gears of War; los controles eran pesados, tu personaje se mueve con la agilidad de un carrito de supermercado sobrecargado (ni siquiera de los buenos, sino de los que tienen una llanta mala y voluntad propia), y por supuesto no podría ser un match en línea sin uno o dos lelos de doce años gritando con ese timbre de voz que solo los canes escuchan;

-¡¡¿Qué qué?!! ¡¡Mi madre era una santa!!-

Pero toda mi crítica y análisis sistemático se vino abajo el momento en que derribé mi primer "Locust"
; el sonido del impacto, las cantidades absurdas de sangre salpicando y coloreando la pantalla de gris a rojo, el inevitable "'tómalaaa!" que viene enseguida.
Entonces me dí cuenta de inmediato que Gears
of War destacaba entre incontables títulos del mismo género; una vida de RPGs y exploración me habían mal acostumbrado a no apagar ese mecanismo pretencioso conocido como cerebro; cuando lo haces, la belleza de Gears of War brilla de una manera tan obvia que casi te grita en la cara-


-Belleza interior-

-Los personajes pesados (que mas que guerreros parecen mini tanques con armas enormes que aveces entran en tanques mas grandes), el sonido de las armas, la violencia exagerada, la ciudad destruída, la trama que absurdamente trata de ser dramática, los enemigos (que parecen minitanques que aveces suben en animales que parecen tanques mas grandes), la ridícula cantidad de acción constante. Una vez que llegas al último corte cinemático en el modo de campaña te das cuenta de que habías olvidado respirar y te encuentras flotando frente a tu televisor porque hace horas que dejaste atrás el filo de tu asiento; todo tan bien logrado, como ningún otro.
Si, Gears of War no es el juego indie del año (así que vuelve a tu cueva, hipster), ni ganará un festival de cine de arte, pero la acción absurda y contundente está tan bien lograda y los hombres minitanque se logran ganar con su curiosa personalidad un pequeño lugar en el agujero donde debería estar tu corazón.

"¡Pero dónde están mis modales! olvidé levantar el meñique"

Pocas cosas mas satisfactorias hay que volar al enemigo en polígonos mas pequeños con una escopeta o partirlo en dos con un Lancer, la campaña te dejará satisfecho (excepto por esa excusa de pelea final en GoW 2), la música ambienta perfectamente el caos constante y la acción interminable con la que te encontrarás durante las horas que les regales (o te roben) Marcus y compañia; así que apaga tu cerebro nerd, ésto no es Zelda, ésto es Gears of War, ésto se juega con músculos, una dosis semi-letal de adrenalina y más importante, paciencia (o ira extrema) para lidiar con adolescentes gritándote online (el botón de mute también funciona).
Así que aún si te parece genérico a simple vista, dale la oportunidad al hombre minitanque que llevas dentro, tal vez te lleves una sorpresa.

1 comentario:

  1. Quiero volver a jugarlo! Pero se me hizo que se acabó muy pronto, la historia no se me hizo larga pero seguro lo que quieren de el son las partidas online... para eso tengo otros.

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